A los efectos del presente artículo, consideramos pequeño-mediano municipio al que reúne alguna de las siguientes condiciones:
Es difícil estimar con exactitud el número de Municipios que reúnen alguna de las características anteriores, dada la inexistencia de datos estadísticos consolidados y fiables sobre los puestos de trabajo de la rama agraria y el volumen de los recursos ordinarios de sus presupuestos. No obstante, de acuerdo con nuestra experiencia y del examen de numerosos datos e informaciones dispersas, podemos estimarlos en un número situado entre 1.400 y 1.600 Municipios, con una población aproximada de 17 a 17,5 millones de habitantes
Las habilidades directivas han de partir del análisis organizativo de los pequeños-medianos Municipios. La escasez de recursos personales, materiales y económicos conforman la función directiva, en estos Municipios, más como la función de resolver crisis que la de planificar y prever. Esta tensión entre la función de planificar y la realidad de las crisis permanentes exige también la polivalencia de la función directiva. Se aleja de la realidad el mito del directivo local planificador y previsor, con un magnífico cuadro de control y todos los procesos de decisión normalizados. Al mismo tiempo, se precisa del directivo que, siendo capaz de vivir en el desequilibrio y en la crisis cuasi permanente, es capaz de dar un nuevo enfoque a los problemas, y de reinventar las realidades que, por añejas, no pueden ser cambiadas fácilmente a pesar de su obsolescencia.
La cultura de los Ayuntamientos en general y, especialmente, en los pequeños y medianos municipios, está marcada por tres grandes bloques de tensiones/contradicciones: la de los políticos electos con los técnicos; la de los políticos y técnicos con los vecinos y, finalmente, la de los políticos y técnicos con las normas jurídicas.
La tensión entre políticos y técnicos es permanente y puede ser beneficiosa para la institución y los ciudadanos. Con frecuencia los intereses de políticos electos y de técnicos son contradictorios. Nuestro sistema legal separa nítidamente el gobierno de la administración en todas las esferas de la Administración, con excepción de la Administración Local. En clara contradicción con los principios de separación de Gobierno y Administración, la Ley de Bases de Régimen Local señala que el Alcalde dirige el gobierno y la administración municipal. La Administración Local es la única en la que todos los actos administrativos han de ser dictados por políticos electos. Estas peculiaridades, junto con la cercanía del nivel político al técnico en los pequeños-medianos Municipios, crea tensiones que son inevitables y con las cuales debe aprender a convivir cualquier directivo local. Los valores que defienden la institución son los que sin evitar la existencia de esta tensión, permiten una mejor prestación de los servicios públicos.
La tensión entre políticos y técnicos con los vecinos. Los pequeños-medianos Municipios son la administración que está más próxima a los problemas y demandas de los ciudadanos. Esta inmediatez, y la transparencia que de ello se deriva, suponen un importante foco de tensión para políticos y técnicos. Los errores de los cargos electos y las deficiencias de los técnicos promueven con frecuencia la necesidad de trasladar responsabilidades de unos a otros. Esto, que es inevitable, forma parte de los valores de la institución. Saber integrar las contradicciones que ello produce y evitar que las mismas hagan imposible la convivencia, forma parte de los buenos valores de la cultura de los pequeños-medianos Ayuntamientos.
La tensión de los políticos y técnicos con las normas jurídicas. El desarrollo de las normas legales municipales a partir de la Ley de Bases de Régimen Local de 1985 ha permitido que la contradicción entre eficacia y cumplimientos de las normas casi haya desaparecido. Hoy el valor que permite avanzar a la institución es el que promueve la integración de la eficacia y el cumplimiento de la legalidad. La misión de los técnicos es la de fomentar esta integración, sabiendo que todo lo que es razonable es legal, sin perjuicio de las posibles rémoras que los necesarios controles de los procedimientos administrativos imponen. La mayor parte de la ocasiones, no es la norma la que impide una actuación razonable. Al contrario, es la deficiente capacitación técnica y legal de los responsables administrativos, o, en su caso, las injustificadas pretensiones del gobierno local, las que suscitan la aparente contradicción.
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